Desde mucho tiempo atrás
Chespirito llenó las salas de hogares con risas. Al ver que el impacto de su obra era positiva en el/la espectador/a, me llegó a entusiasmar por lo audiovisual. Su obra además de ser entretenida, tenía éxito.
Ahondando un poco vimos que atrás de este éxito y este entretenimiento de su programa de televisión, llegué a entender que la psicología sería útil para ello, pero no la única herramienta.
Y bueno, descubrí que
Chespirito obtuvo su nombre artístico de un director teatral llamado Agustín P. Delgado, debido a su afición a escribir guiones y personajes al estilo dramático de Shakespeare, cuyo nombre, pronunciado a la castellana, y en diminutivo, sería CHEKSPIR. Luego salió
CHESPIRITO.
Y el nombre le calza:
Chespirito, sus personajes son en su mayoría
tragicómicos. Son incompletos, e imperfectos. Su imperfección es justamente lo que los hace enternecedores y agradables. Les pido me sigan en esta descripción amoral, que más abajo desarrollaré:
- El Chavo: no tiene padres, siempre tiene hambre, rompe todo y hace cagadas (disculpen la expresión). Es el huérfano de la calle.
- Don Ramón: no tiene esposa, es muy rabioso, no trabaja; Es el soltero desempleado
- Doña Clotilde: no tiene enamorado, es fea, siempre anda persiguiendo el amor de don Ramón; Es la señora fea del barrio;
- Doña Florinda: es viuda, mima demasiado a su hijo Quico, está tontamente enamorada del profesor Jirafales, y es la más moralista de todos sus personajes; es la señora digna del barrio;
- El profesor Jirafales: el más sabiondo de todos, estoico, solitario y moralista; es el hombre que se cree ideal;
- Señor Barriga: no tiene esposa, para vivir solo se sabe que cobra renta, es muy gordo; es el hombre rentista y pujante de clase media alta;
- Quico: es muy presumido, envidioso, llorón, no tiene padre; es el niño odioso del barrio;
- La Chilindrina: es muy vivaracha, llorona, cepillo (aduladora) y no tiene madre; es la niña lista del barrio.
Y así todos los personajes tienen defectos. No existe en el
Chavo ni una relación completa, a excepción tal vez por los 30 segundos en que doña Florinda y el Profesor Jirafales se ven.
¿Por qué esta vertiente de
Chespirito de escribir estos personajes tragicómicos? No lo sé, no soy psicólogo y no conozco la vida de Roberto Gómez Bolaños a profundidad, como para especular al respecto. Los personajes tragicómicos son en el teatro casi siempre los más enternecedores, los que conmueven y educan a la vez.
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Chespirito: cállate y toma mi dinero |
Pero los programas de Chespirito han sido una de las tendencias más perdurables de América Latina, aun lleno de mexicanismos, llegando a ser televisados por más de 40 años, haciendo de
Televisa uno de los canales con más rating y más conocidos fuera de México.
Sus shows tienen muy
poco moralismo (a excepción de doña Florinda, y el profesor Jirafales que como dijimos antes, son los personajes más moralistas), y casi se podrían considerar
amorales, jugando infantilmente (a veces muy fuerte) con los
prejuicios como la gordura, la fealdad, los golpes, la ignorancia y,
muy abiertamente, la pobreza. El juego y la vida sin preocupaciones (casi siempre es el mismo esquema, el mismo escenario, el mismo día a día) de la vecindad es el tema principal y episódico (con la excepción de los conocidos capítulos especiales, como cuando la vecindad viaja a Acapulco, entre otros). Tal como la tragicomedia de Shakespeare, la vida de todos los días.
Este hecho de presentar estos prejuicios de manera amoral hacen sentir un poco la
indefensión de estos personajes fuera de la pantalla. Quisiéramos proteger a un Chavo real de la calle, evitar que una doña Florinda cachetee a un don Ramón, o darle trabajo a uno como este último. El público a veces quiere reír, pero también quiere enojarse. Una cierta tristeza se apodera de uno cada vez que piensa más seriamente en el Chavo. Y es que el Chavo no es un niño normal. Aparte de ser pobre, el Chavo NO TIENE NOMBRE. Una grave situación en el mundo postmoderno: una falta a los derechos de los niños, que se repite además en el no tener padres. Por eso las circunstancias hipotéticas del Chavo tienen un tinte un poco oscuro: aparte de aparentemente no tener nombre (que sí lo tiene), el Chavo vive con una abuela (en la casa 8, por eso su nombre) que, según ciertas fuentes, lo maltrataba y por eso siempre pasaba afuera en la calle. Esto se reveló en las
noticias, junto con el nombre verdadero del Chavo: "Espirisberto".
Chespirito nos dejó la marca de lo tragicómico muy fuerte en la psiquis del latinoamericano. No, no es una escuela para la vida, pero entretiene, nos deja escapar, crea una casilla vacía para poder reirnos en sociedad (basta recordar las veces que dijimos "fue sin querer queriendo" en la vida diaria), y, sin darnos cuenta,
crea criterios estéticos dentro de lo latinoamericano. Sin embargo estos criterios, en mi entender son muy poco plásticos, muy poco moldeables. Los personajes son muy planos, a excepción del Chavo, el más complejo de todos, que ocasionalmente nos sorprende con algún dato o comentario revelador y asombroso acerca de él mismo. Los personajes
son como Chespirito, muy ideales en su no idealidad. A veces parecieran tallados en la roca. O mejor dicho tallados en el guión. Al final no consigue mucho más que entretener un buen rato. Una pena, porque Latinoamérica necesita algo que tome la pauta de Chespirito: educando, haciendo reir, y formando con criterios estéticos, válidos, contemporáneos y - tal vez sería mucho pedir - universales.