La película se empeña en no mostrar una imagen de postal del Ecuador a propósito y así quitándole todo el gusto a una road movie, que con una trama que sí es interesante podría haber logrado más.
Qué tan Lejos es una película de la ecuatoriana Tania Hermida. Catalogada por la misma directora como una road movie, la película, más que eso, es un análisis seco y por momentos tosco a dos mujeres, dos personalidades totalmente distintas, de nacionalidades y contextos sociales distintos, que solo tienen en común el idioma (con algunas diferencias de dialecto), el hecho de ser mujeres y el encontrarse en el camino. El hecho de ser mujeres es lo que las ayuda a entablar una relación: Esperanza le da algunas lecciones de la vida a la inexperta Tristeza, y Tristeza le enseña a Esperanza a sorprenderse por cosas que no conocía. El solitario Jesús en cambio encuentra dos amigas de paso y al final desaparece como el humo, pues ya su "misión" (llevar las cenizas de su abuela hasta Cuenca) cambió. ¿Qué fue de él? No lo sabemos, pero Tristeza y Esperanza completan simbólicamente su misión.
Las actuaciones funcionan y representan fielmente tres caracteres (o cuatro, con Juan Andrés, interpretado por Fausto Miño, el cantautor) muy conocidos en sus respectivos países, sin embargo para el observador externo que solo conoce uno de esos países o ninguno de ellos son personajes ajenos y con poca gracia como para acercarse a ellos por curiosidad.
También es una visión desencantada (desabrida diríamos en Manabí) del Ecuador, y los problemas políticos ecuatorianos de la primera década del siglo XXI y finales del siglo XX. Las ideas socialistas de Hermida pintan el fondo de la película, el idealismo distorsionado de Tristeza, el patetismo heróico de Jesús, y el realismo confiado de Esperanza.
Crítica a la dirección de fotografía: unos encuadres muy aburridos, que no pareciera que la película trata sobre personas vivas (parece naturaleza muerta), o siquiera sobre dos mujeres. Lejos de ofrecer unos planos más intimistas de los diálogos, trata todo con la misma distancia y sequedad que Tristeza trata a las personas y a la vida. Los colores y los encuadres de la fotografía no le hacen ningún favor al Ecuador. Para mejorar los colores existen filtros de postproducción, pero parece que la película se empeña en no mostrar una imagen de postal del Ecuador a propósito y así quitándole todo el gusto a una road movie, que con una trama interesante podría haber logrado más: una chica ilusa que quiere "rescatar a su novio" y cruza medio Ecuador con una extranjera y un tipo raro, para así madurar en su vida.
El Ecuador no es el Medio Oriente, pero en esta película se sienten algo parecido a paralelismos: Cuenca es Israel, Quito es Palestina, y entre ciudad y ciudad se ve el caos del país paralizado que valientemente cruzan los héroes. Cuestión de perspectiva, y tal vez de radicalismo.
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